sábado, 27 de abril de 2013

Una entrevista soñada

Anoche tuve un sueño rarísimo. Pero muy raro, eh! Además no suelo recordar los sueños con tantos detalles como esta vez. Lo reconozco, tengo miedo. Buen, basta de dar vueltas.

Encontrábame yo en un aeropuerto sin saber a quien esperaba. ¿O acaso era yo quien debía partir a algún lugar? Lo realmente confuso de la situación es que en una de mis manos tenía un grabador (esos típicos de periodista), y en la otra una pequeña libreta con algunas preguntas escritas que no me detuve a leer. Supuse entonces que debía entrevistar a alguien.

¿Pero a quien? ¿Y donde lo encuentro?

Fue en ese mismo instante en que me planteaba la segunda pregunta que lo vi. Me vi, en realidad. Sí, ahí estaba yo bajo el cartel de 'arribos-arrivals'.

Más allá de lo impresionante que puede ser encontrarse con uno mismo, yo quede shokeado por encontrarme en ese lugar en particular. Consulte la fecha: 25 de abril. Tenía que haber un error, yo (esa persona que estaba frente a mi) debería estar por Bogota o alrededores mochileando en esas fechas.

Superado el shock inicial comprendí que mi función era entrevistarme. Pero más allá de mi responsabilidad por llevar a cabo mi función, no podría haber evitado el impulso de preguntarme que hacía en ese lugar.


Así comenzó el intercambio:

Yo periodista: [Super profesionalmente] Chabon, que carajo estás haciendo acá?

Yo mochilero: [Sorprendido de encontrarme con un grabador enfrente, sostenido por una persona muy similar a mi] Eh?

P: No termino abril, por que volviste?

M: Ah, la consigna del viaje siempre fue la de libertad de movimientos, la de elegir destino por destino, paso a paso. Y llegado el momento, en Colombia, decidí que mi próximo destino tenía que sera Buenos Aires.
En un viaje guiado por la espontaneidad y los impulsos, que mejor cierre que un golpe de timón brusco como este?

P: ¿O sea que el viaje de seis meses termina a los 45 días?

M: La idea era viajar hasta sacarme las ganas. No había limite de tiempo. Igualmente no termina el viaje, porque la vida misma lo es. Recargo pilas y me preparo para nuevos viajes con otros rumbos.

P: ¿Estas de paso por BsAs entonces? ¿Se viene un viaje similar?

M: No exactamente. No se si estoy de paso por BsAs, por el momento estoy de viaje por BsAs pero es probable que me asiente acá, porque es el lugar donde tengo todo lo que necesito.
Por otro lado, descubrí que el viaje largo no me desvive, no es mi estilo quizá. Supongo que volveré al tipo de experiencia de las que guardo los mejores recuerdos: viajes cortos, de unos días nomas, organizados sobre la hora y sin mucho movimiento.

P: Entiendo. ¿Cuando volverías a arrancar con eso?

M: Aún no lo pense. Paso a paso, como hice en el viaje. Quién me apura?  Tengo otras cosas en mente.

P: Cuando te fuiste dijiste que tomabas el viaje como una especie de "retiro", un encuentro con vos mismo. ¿Qué resultados trajiste?

M: Tenía dos objetivos por así decirlo. Escribir mucho era uno. Darle vuelo y continuidad a algo que siempre disfrute hacer pero sin darle mucha bola. Siento que esta cumplido porque logré encontrar muchos momentos para escribir, aunque obviamente queda mucho camino por recorrer. Lo otro que buscaba definir era mi futuro: pequeño objetivo, es cierto. Ver que era lo que yo sabía hacer, lo que me gustaba, lo que me apasiona y lo que busco dejar o aportar en la vida.Y en ese sentido también siento que el objetivo se logro porque estoy mucho mas orientado en la búsqueda. Estas dos cosas seguramente influyeron en mi vuelta "anticipada". Los objetivos estaban cumplidos y tenía necesidad de volver acá para seguir avanzando en su concreción.

P: ¿Quedaron cuentas pendientes?

M: Probablemente. Pero secundarías. Puedo nombrar un montón de lugares de Sudamérica que permanecerán en mi lista de posibles destinos de viajes futuros. Por otro lado siento que no logre encontrar el tipo de viaje que había construido en mi cabeza antes de partir: nunca le escape a la vida de hostel, rodeado de turistas.
Pero creo que lo más importante es que me saqué las ganas de viajar por un rato. Tenía años acumulados sin vacaciones y me molestaba ver a tanta gente viajando. ¿Por qué yo no podía hacer lo mismo? Hasta que me anime, deje todo y me fui.

P: ¿Qué planes tenes para el 2013?

Como te decía el principal es el de profundizar en la búsqueda de ese trabajo en el que me sienta vivo realmente. Pero no quiero apurarme. Aprovechare los primeros meses para formarme en algunas herramientas concretas que quiero adquirir.
También pienso seguir viajando, como te decía. Otra modalidad de viajes, pero viajes al fin.
Por último venimos trabajando con unos amigos por un proyecto (Andando) que consiste en llevar talleres artísticos a escuelas rurales. Y volví con muchas ganas de avanzar con este proyecto para que lleguemos preparados a la primera experiencia, el próximo verano.


En ese momento me subo al auto de mis padres y caigo dormido. No yo yo, sino el yo a quien estuve entrevistando hasta hace poco.

Y ahí llega el final del confuso y dramático sueño. Todo vuelve a la normalidad cuando despierto en un hostel de Medellín. Sin embargo es extraño pues no hay nadie en el cuarto, ni una sola mochila, y anoche eramos 8. ¿Todos el mismo día se fueron? ¿Tan tarde era?

Los únicos dos seres que veo en el cuarto son los dos perros del dueño acomodados en sendas camas. La imagen es extraña y compleja de explicar pero me limitare a decir que los perros dormían como seres humanos bajo sabanas y totalmente despatarrados.
Salgo del cuarto. El hall central también esta vacío. Me cruzo con el tercer perro del dueño mientras me dirijo a la puerta, necesitaba desayunar.

Al abrir entiendo todo. Bah! al principio no cache ni medio, porque se me apareció 'Chico', el perro del capitán (rarísimo encontrarlo ahí), y me habla. Sí, me habla!!! Exactamente me dice: "No me trates mal a nadie de la flia porque te meo la mochila de nuevo" (Puto 'e mierda)


En ese momento me relajo nuevamente al escuchar un "Llegamos!" de una voz conocida. 
Me bajo del auto y entro a casa.

viernes, 26 de abril de 2013

Encuentre las diferencias

El barrio de Getsemani no era uno de esos lugares donde frecuentaban los turistas años atrás. Similar debía ser la situación en 'El Poblado', no creo que uno viera muchos mochileros por sus calles hace varios años (no se cuantos porque se trata tan solo de una suposición).

En el Getsemani se concentran los pequeños y sencillos comercios, los vendedores ambulantes, las baratijas, las calles son angostas y generalmente un tanto sucias. Las calles de 'El Poblado' son amplias, limpias, están continuamente interrumpidas por parques y grandes espacios verdes, bordean altas y lujosas torres o elegantes bares y múltiples lugares de comida gringa. Uno podría ser el barrio del once; el otro una fusión de lo residencial de puerto madero con la noche de palermo.

¿Por qué comparar entonces estos lugares? ¿Qué tienen en común?

La razón es sencilla: ambos son la primer cara que su respectiva ciudad muestra al mochilero de hostel. El grueso de los alojamientos de este tipo en la ciudad de Cartagena están en Getsemani; en Medellín encontramos casi la totalidad de ellos en el Poblado. ¿Quién sabe cuando se les dio a los hostels por instalarse en zonas no muy comunes para este tipo de establecimientos, pero sin duda que esa decisión de los dueños afecta a los visitantes (me comentaron sin embargo que en Cartagena se trató más de una movida en busca de mayor seguridad, al garantizar movimiento de gente durante las 24hs en ese barrio).

Fui feliz en Cartagena puesto que todo estaba a mi alrededor, era barato, el centro estaba cerca y a pesar del gran numero de turistas, uno podía conocer al colombiano promedio y su estilo de vida, siendo eso lo que uno busca al viajar.

Me costó adoptarme en Medellín. Me habían recomendado que busque alojamiento en el Poblado antes de llegar, pero al pasar con el bus por la zona y ver lo lejos del centro que estaría, seguí camino y me fui justamente al núcleo de la ciudad a ver que onda. Caminé un buen tiempo sin resultado alguno y me vi obligado a volver al Poblado. Barrio paquete (por ende caro), a unos 45 minutos del centro en transporte publico, poblado de shoppings y autos de lujo, sin mucho interesante para hacer, más que tomar unos mates en los muy lindos parques del lugar.

Mi vida en estos lugares obviamente fue muy distinta. Para afuera en Cartagena y para mi interior en Medellín. En una salía a patear un buen rato cada día: la ciudad amurallada se canso de verme siempre por sus adoquinadas y simpaticas calles. Hasta altas horas de la noche me quedaba dando vueltas por allí, disfrutaba de perderme en ese laberinto de callejones sin dirección cardinal fija ni nombre alguno, y cerraba las travesías con unos pinchos calientes y unas chelas heladas.
La espaciosidad del barrio de 'El Poblado' en cambio, me llevó a mirar para adentro. Mucha lectura, paseos sin mirar afuera sino adentro, reflexiones por doquier, y hasta ahora uno de los lugares mas fructíferos en cuanto a la escritura. Además me domina la pachorra porque mi cabeza piensa que tomar dos buses o quizá tres (si me equivoco, que es probable porque todos los carteles dicen lo mismo) para ir a un centro cargado de gente no valía la pena. Me he convertido en un perfecto antisocial en este lugar, tan solo abandono mi mundo para tomar un buen desayuno frente a las plazas, o para alguna que otra cerveza artesanal (son muy buenas acá).

Hay otra diferencia fundamental entre estos lugares: EL CALOR. Quienes me conocen  bien, saben lo que sufro yo cuando el termometro marca mas de 25-26°. En Cartagena además me toco una semana cordialmente dedicada y la temperatura nunca bajo de treinta. Salir del hostel requería de inconsciencia y mucho valor (o acaso son lo mismo? jaja). En Medellín ando con jeans y de noche he llegado a ponerme, sí, remera manga larga.

Ah si! Una última y los dejo... Por estas latitudes cae agua del cielo, no se si sabían. En casi mes y medio de viaje no había visto llover mas que un par de tristes gotas en las tardes de Boquete.

LA EXTRAÑABA!


domingo, 21 de abril de 2013

Hola, que tal?

Se acuerdan de aquel vídeo medio loco de unos pieces bailando en los alpes panameños? Alguna vez habrán escuchado que las segundas partes no son buenas, o por lo menos no llegan a la altura de la original... pues bien, les dejo a ustedes que dictaminen una vez mas esa afirmación.

Directo desde los acantilados de Taganga, Santa Marta llega esta nueva mega producción.
Espero la disfruten!


viernes, 19 de abril de 2013

Una búsqueda tardía

Llegué unos 15 años tarde, pero llegué. A pesar de que era improbable encontrarla acá hoy día, decidí buscarla por los lugares que frecuentaba. O al menos recorrer aquellos sitios a los que supongo que solía acudir.

Arranque a la mañana en Santa Marta buscando alguna refresquería para desayunar frente a la playa. No la encontré allí, pero la mezcla de melón, ananá, uvas y banana bañadas en jugo de guayaba, bien valió la pena.

Acto seguido me apronte a tomar el bus a Rodadero que es el barrio que esta unos 5km al oeste de Sta. Marta y que se encuentra próximo a Decameron, el hotel en que trabajaba. No quise ir hasta allí directamente para no interrumpirla si se hallaba trabajando en ese momento Me limité a caminar por el pequeño balneario; quizá estaba de franco y me la cruzaba. Cuando frene para leer un poco y tomar un jugo de piña, reflexioné un segundo y eso me basto para entender que si estaba de franco no se quedaría en las mismas playas en las que se bañaban todos los días los huéspedes del hotel.

¿Fiel retrato de mi viaje quizás?
Un par de buses destartalados, manejados por alocados conductores (no tenemos derecho a quejarnos en bsas jaja), me depositaron en Taganga luego de cruzar Santa Marta de un extremo al otro. En este balneario menos coqueto que el anterior y con una increíble bahía entre montañas, me distraje por un rato de mi búsqueda y me aventuré por los acantilados del lugar.

Luego de muchos minutos que llegaron a ser horas de mover los pieces entre rocas y las manos frente a mi cámara  llegue a una playa llena de "estaderos". Estos son amplios quinchos con mesas a donde la gente acude ya sea a buscar una bebida, a comer, a buscar sombra o a dejar las cosas mientras se zambulle en el mar. No podía decidirme por uno en particular para sentarme a descansar y refugiarme del sol, hasta que encontré uno que se llamaba "Estadero Viviana". Sí, como mi hermana mayor. En ese preciso instante recuerdo mi objetivo del día, pero igualmente me siento un rato para pensar en como seguir mi búsqueda mientras me bajo un litro de agua en un segundo. La calor me esta matando!



Vuelvo entonces al pueblo de Taganga y decido jugar mi última carta en un bar playero. Con una birra y unas fritas me siento a esperar que el Sol se vaya a iluminar otro lugares.



El día termina y no he logrado encontrar a Machu, mi hermana. Pero me voy feliz de estas tierras luego de haber reconstruido un poco lo que debió haber sido su vida hace 15 años (claro, sin la parte de laburar jeje).

¿Quién no se enamoraría eternamente de Santa Marta y sus alrededores si tuviera la oportunidad de vivir acá por un tiempo? 
Yo estuve 39 horas nomas. Treinta y nueve horas me alcanzaron para elegir este lugar como el mejor del viaje hasta el momento.

jueves, 18 de abril de 2013

En una postal


Presentare primero a los personajes de esta aventura. Síganme…

En la cabina de proa se acomodaron Flo y Bjornante. Flo es alemán de 21 años y Bjorn es griego, tiene 19, y vive mitad del año en su país natal y la otra mitad en Noruega. Ambos se encuentran viajando hace unos cuatro meses por Centroamérica.

En la cama doble de babor duermo junto a Herman, el noruego ya mencionado en el texto anterior. Tiene 28 años y hace siete meses que partió de su casa para da vueltas por el sudeste asiático en primer lugar, y por Centroamérica después. Claro que este no es su primer viaje, estamos hablando de un experto, con posibilidades, tremenda pasión por viajar y barba de naufrago.

En la cama de estribor y sin moverse de allí en todo el cruce, tenemos a Noel (o como corno se escriba). Suizo, primo del capitán y “tripulante” del navío.

El capitan, su ron, Bjorn y Flo
Durmiendo afuera (en el cockpit) encontramos, como corresponde, al Capitán Sebastián. Originario de Barranquilla, navegante moderno acostumbrado al piloto automático (que embole man!), gran contador de chistes (de argentinos sobre todo), y un toque fumanchero. Domina 3 idiomas, realiza este trayecto hace más de dos años y en los últimos 6 meses con barco propio: Darien drifter. Moto velero de 34 pies, con cockpit cabinado, con chiches propios de la navegación marítima pero al cual el Repunte no tiene mucho que envidiarle en cuanto a la navegación respecta.

Hay un séptimo integrante de la navegación. Va rotando de cama cada noche acomodándose a los pies de quien allí se encuentre. Mascota del capitán desde que compro el velero, su nombre es ‘Chico’ y es un pequeño, muy pequeño, y simpático perro (supuestamente de la familia del doverman).  Anécdota al margen: Como saben los perros no me fascinan, y ‘Chico’ quiso darle vuelo a ese sentimiento cuando al llegar a Cartagena se le ocurrió mear sobre mi mochila (gracias a dios con el cubremochila puesto).


La noche del Sábado 6 nos embarcamos en Portobelo y a la madrugada partimos rumbo a Chichime, la primera de las islas de San Blas que visitaríamos. Fueron 10 horas de navegación, con buenos vientos en la mitad del trayecto y apoyados en el motor el resto. ¿El oleaje? Distinto al del río. Ni mayor, ni menor: distinto. Con eso me alcanza para justificar que me haya mareado y vomitado, no?


Parte vital del ritual de la pesca
¿Cómo es vivir en una postal? 
        -  Es navegar en aguas de un azul intenso
         - Alimentarse de tu propia pesca: un par de peces sierra capaces de alimentar a 10 personas c/u
         - Hacer snorkel en medio de corales y peces multicolores
         - Caminar por arenas blancas que se dejan besar por aguas turquesas
         - Ver el fondo del mar 10 metros por debajo de uno
         - Comer langosta por primera vez en una rústica mesa de una isla paradisíaca
         - Ver niños Kuna correteando, curioseando en medio de gente extraña y disfrutando de una vida sencilla       en un lugar increíble
         - Bajar un coco de una palmera para hidratarte
         - Y por supuesto jugar un fútbol multinacional en el que quedamos bien parados, no se preocupen.

Momento de langosta en Chichime
Fueron tres noches en las islas. Las primeras dos en Chichime. Esta isla es una de las más frecuentadas por los turistas. No solo llegan los veleros, sino que al ser la más cercana al puerto del Porvenir, uno encuentra varios acampantes que arribaron en lanchas. Es la más comercial además contando con duchas, kiosko, una familia Kuna numerosa, cancha de vóley, un par de hamacas para dormir y amplio espacio para hacer fogones. En la segunda noche organizamos justamente un fogón con otras embarcaciones y cocino unos chorizos aprovechando el fuego. El fogón deviene en fiesta al compás de la música sostenida por el ukelele de Bjorn y la percusión del capitán.
La tercera noche la pasamos en Waisaladup, perteneciente a los cayos holandeses en el extremo del archipiélago. Por la lejanía esta isla es mas exclusiva, es habitada por una pequeña familia Kuna que ocupa tan solo un rincón del territorio y visitada por solo cinco veleros en ese momento. Nada de kioskos o carpas por acá.

Noche tranquila la del martes. El miércoles a media mañana da lugar al inicio del plato fuerte.
Con el motor funcionando mal desde el inicio porque recalentaba rápido tuvimos un cruce 100% a vela. El primer día el viento acompaño en buena manera y promediamos casi 6 nudos (la distancia a recorrer era de 200 millas náuticas). La navegación era tranquila, el oleaje prolijo, pero para evitar mareos ninguno quería hacer grandes esfuerzos.

Conocí música de muchas partes del mundo. Esa fue nuestra mejor compañía, cada uno aporto lo suyo. Escuchamos melodías tradicionales griegas, trovadores suecos, reggaetón panameño (pésimo), vallenato colombiano, house alemán, Mumford, rock nacional, Jeites, Jarabe de Palo, Radio Tarifa, La Cata, y por supuesto, ARBOLITO. Sí, mucha música. Fueron 60 horas de navegación macho.

El segundo día bajo el viento y no llegábamos a los cuatro nudos de promedio, hasta que cayó la noche. Fue dura esa noche: el barco bailo de lo lindo, adentro te calcinabas, afuera te empapabas, imposible dormir. Pero avanzamos lindo, superando ahora sí, la velocidad del Repunte. Claro, con ese viento cualquiera.

6562 ft= 2000mts de profundidad
Podríamos haber llegado temprano en la mañana del viernes cumpliendo el deseo de Bjorn que quería llegar a Venezuela para las elecciones (y yo había decidido sumarme al plan). Pero el viento no lo quiso porque al alba se borro del mapa. Durante un par de horas las olas nos hicieron retroceder y no había mucho que hacer porque tirar el fondeo acá no es una posibilidad dado que las profundidades le ganan la pulseada a la cadena.
Intentábamos barrenar las olas en sentido contrario a Cartagena para refugiarnos en las Islas del Rosario y esperar allí a que vuelva nuestro salvador y único aliado posible. Este quizá percibió nuestra desesperación y nuestras ganas en ese acto heroico y volvió a soplar con fuerza de popa, obligándonos a desplegar las orejas de burro (una vela de cada lado) porque el tangón estaba roto.

 

Así arribamos a Cartagena cerca de las 5 de la tarde, anulando la posibilidad de llegar a Caracas por tierra antes del cierre de fronteras. He navegado antes a otros lugares pero nunca había entrado a una ciudad “grande”, con múltiples edificios, navegando. Para coronar la epopeya, coincidimos en nuestra 
entrada a la bahía con un submarino que era remolcado por barcos de la marina. Algo más? Sí, la imagen de un capitán borrachísimo a esa altura luego de festejar el regreso del viento con un par de botellas de ron.

Para que se den una idea: estuvimos una hora dando vueltas para tirar el ancla, daba órdenes de enrollar la genoa por el lado contrario, no quiso bajar la mayor hasta un buen rato después de haber fondeado y lo que es mejor, al día siguiente no se acordaba de nada desde la entrada en la bahía.


Yo por el contrario, nunca olvidare nada de esta triunfal entrada y de la oportunidad de haber vivido en una postal.









martes, 16 de abril de 2013

El suizoargentino

Texto escrito a fines de marzo en Boquete, Panamá

- Ten dollars
-Ok, here you have
- You have something smaller?
- Uh no, perdona. No tengo cambio.
- You speak spanish? Pensé que eras alemán.
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- Excuse me. Do you know something about the history of this place?
- Not much.
- Let me help you.
- Dale, buenisimo. Pero mira que vengo de mochilero y no tengo un peso eh!
...
- Ah sos argentino entonces! Mi apellido es Banfield que es un lugar de alla, no? Buen te cuento un poco igual de este lugar porque me caíste bien.
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[Hostel de Panama. Mario, mi compañero de dormitorio me presenta a dos jujeñas]
- El es suizo argentino. No saben lo bien que habla castellano.
- Que tal, como estan? (Saludo yo)
- Ah pero hasta hablas con acento y todo.

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Hasta el momento es mi principal fuente de diversión. Quizá me aburra mas adelante, pero no puedo dejar de disfrutar de la sorpresa que causo al hablar.

En algunos caso entro a un local y ya voy viendo como se transforma la cara del encargado, que debe estar buscando su chip ingles en algún rincón de su cerebro para arrancar la conversación. Esa imagen solo puede ser superada por la cara con que la reemplaza cuando empiezo con el: "Hola, que tal? Tendras algo de esto...?"

Las situaciones de este tipo se suceden en todos lados: recepciones de hostales, supermercados, colectivos, taxis y hasta con cada argentino que uno se cruza (que en Bocas de toro ya son demasiados).

Los frutos son dobles: tengo tema de conversación inicial y practicó irremediablemente mi inglés porque, claro, en varias ocasiones sigo el juego un buen rato antes de develar mi origen.

Personas incrédulas  afligidas por la culpa, con pedidos de disculpa por el error, o aquellas que se divierten con la sorpresa y la ocurrencia, son el resultado del encuentro con este fenómeno que camina las calles panameñas en estos días. Fenómeno que pasa desapercibido entre los cientos de turistas gringos y europeos, pero que al hablar rompe con lo habitual y salta a la luz.

O cuando saca el mate, claro.

domingo, 14 de abril de 2013

¿Planificar? ¿Qué es eso?

Texto escrito el Sabado 6/4 desde Portobelo, Panamá

Uno siempre planea. Bah, prefiero no generalizar. Yo siempre planeo. Cuando inicio algo siempre vislumbro el siguiente paso, siempre imagino un resultado. Creo que es algo natural en el proceder de todos pero no me atrevo a afirmarlo.

Pero mi pasión por hacer planes no le llega ni a los talones a mi afán por desarmarlos. Y así ando en este viaje. Mi primera opción era Sudamérica pero llegué a Panamá y decidí ir al norte. Antes de cruzar la primer frontera cambie de parecer y apunte nuevamente al sur. Intente cruzar a Sudamérica por el Pacífico y finalmente lo haré por el Caribe.

Lo voy a explicar un poco mejor, porque dudo que se entienda. Hace 4 noches me encontraba en Boquete, ese atrapante y pequeño pueblo montañoso del norte de Panamá. Desde ahí pensaba cruzar a Costa Rica para seguir subiendo, pero en un rato de reflexión echado en una hamaca sentí que el llamado de Sudamérica era muy grande y no podía esperar. Así que el miércoles arranque temprano rumbo a la capital para buscar desde allí algún barco que me ayuda a cruzar a destino.

De ese día no quiero recordar mucho porque fue literalmente un día de miércoles. Espere en la ruta durante horas sin conseguir aventón alguno y con la cabeza gacha tuve que recurrir a un bus. A falta de problemas llegue muy tarde a Panamá no conseguí cama en ningún hostal y termine pagando un cuarto privado en un hospedaje, destruyendo mi presupuesto diario.

El jueves fue sin duda mejor. Volvieron los planteos sobre como seguir el viaje y charlando con un suizo y una americana (compañeros de cuarto) decidí que era mejor entrar en acción que seguir pensando sobre la nada misma. Con un pequeño grupo nos fuimos hasta el puerto porque nos habían comentado de un pizza party entre los capitanes de barcos. Allí entable charla con innumerables personajes. El objetivo: conseguir algun barco que vaya para Ecuador (por el lado del pacífico suelen saltear colombia todos los navegantes). En realidad muchas cosas me venían bien porque mis planes como saben tienen poca durabilidad. La imagen que me llevo de esa reunión es imborrable: Una veintena de locos navegantes, viejos lobos de mar, disfrutando de unas cervezas en un punto casi inevitable de su trayecto como es la ciudad de panamá, con miles de historias sobre sus vidas de altamar. Me lleve además dos contactos de dos buenas opciones: un velero a la isla de pascua y otro rumbo a San Blas atravesando el canal de Panamá.

La primera de las alternativas me sedujo lo suficiente para cambiar mis planes una vez más. El barco salía en un mes por lo que tendría tiempo de seguir recorriendo Panamá.
Ayer me vine entonces para las costas caribeñas junto a Edith y Karin, las hermanas austriacas con las que subí el Baru. Ellas buscaban alguna manera de llegar a San Blas eludiendo el paquete turístico, yo buscaba seguir conociendo lugares y de paso averiguar más opciones para el cruce. Si tenía la suerte de ayer de seguro conseguiría algo, aunque la Isla de Pascua tiraba tanto que tampoco puse mucho esfuerzo en la búsqueda hasta esta mañana.

Con Herman, un noruego que conocí en el puerto de Panamá y con el que me reencontré acá en Portobelo, conocimos a un colombiano que salé mañana para Cartagena. Obviamente del lado del Caribe es complicado encontrar un barco no turístico porque en los últimos años se convirtió en la principal ruta de mochileros que cruzan el continente. De repente y sin pensarlo, me encontraba acordando un precio y sellando mi partida hacia suelo sudamericano.

Sí, los planes vuelven a cambiarse y la isla de pascua seguirá esperando (igual aclaro que no era una opción segura, era una posibilidad nomas).

Nos vemos en Cartagena!



viernes, 5 de abril de 2013

Rito y brindis


La pluma no esta funcionando muy bien. De hecho se declaro en huelga por unos días. Puede ser que esto se deba al desconcierto por mis continuos cambios de rumbo, quien sabe?
La cuestión es que recíen llego a Portobelo (Panamá) luego de haber pasado unos días en la capital y vengo limpiando cada vez más mis oídos para estar atento a las oportunidades que puedan surgir. De hecho mientras disfruto de este pequeño pueblito y planeo mi ida a San Blas, me encuentro esperando un llamado desde la capital por una de esas oportunidades que vengo regando en los últimos días.

Para que no se aburran les dejo un nuevo video, esta vez del momento de la cumbre en el Volcan Baru. No, no hay baile esta vez, pero si un pequeño rito adoptado de mis hermanos.



jueves, 28 de marzo de 2013

Elevando la altura del viaje

Martes 26
21hs: Suena el despertador. Después de una buena siesta, despierto al resto de los chicos y nos organizamos para empezar a cocinar.
23hs: Una vez que desaparecieron los fideos del plato, empezamos a preparar las mochilas mientras contemplábamos la luna llena que nos acompañaría en el ascenso.
23.40: Partimos hacia la base del volcán en la camioneta Mercedez Benz de Miguel, un español que vive en EEUU y esta viajando por todo latinoamerica en el "Livingstone" (así bautizo a su auto).

Miercoles 27
00.25: Comenzamos con el ascenso a pie a los 1500msnm, nos esperan algo mas de 14 km de recorrido para llegar a los 3475msnm de la cumbre.


La luna que nos acompaño en el ascenso
Durante el ascenso ya pierdo la noción del horario así que suspendo el formato momentáneamente.
El trayecto arranco realmente bien, con un gran espíritu y mucha motivación. ¿Los miembros del equipo de ascenso? Edith y Karin (dos hermanas austriacas), Donna (canadiense de raíces orientales y gran viajera), Matías (austriaco y trotamundos también), Miguel (ya mencionado) y yo, obviamente. Los primeros kilometros fueron muy rápidos, llevábamos un gran ritmo y fuimos adelantándonos a otros grupos, pero luego de 5km Miguel y yo decidimos bajar la marcha y nos separamos del resto. Mi falta de estado se empezaba a hacer notar y un fuerte dolor en el pie le daba trabajo extra a mi cabeza, que en ese momento era la única que me empujaba. Caminamos un par de km con Miguel, compartimos agua y sanguches, pero sentí que necesitaba seguir solo si quería llegar a la cumbre.

No estaba disfrutando en absoluto del ascenso por el dolor en el pie y el cansancio, y sentir que otra persona me estaba esperando no me ayudaba. Además frenábamos continuamente y eso estiraba el sufrimiento. Quede solo entonces, y último entre los que estábamos intentando subir esa noche. Saque el mp3 de la mochila y me puse la meta de no parar por 3km. La música me levanto claramente, despejó mi cabeza y alivianó los dolores. En ese tramo deje atrás a Miguel y a otro grupo de chicas con las que termine manteniendo un ritmo similar casi hasta la cumbre.

5.30am: CUMBRE AL FIN!!! No saben la alegría extra que tuve cuando veo que los chicos, que habían llegado media hora antes, habían preparado un lindo fuego para esperar el amanecer. No había tenido frió hasta entonces, pero en la cumbre el viento pegaba lindo y al no estar ya en movimiento, era jodido alejarse mas de un metro del fuego.

5.50am: Llega Miguel y con él no solo se completa el equipo sino que llega el sol. Ver el amanecer a esas alturas y contemplar tanto el Atlántico como el Pacífico realmente recarga energías y hace olvidar los dolores. Comenzamos con las fotos y los videos. Abro la botella de ron, le ofrendo las primeras gotas a la Pacha (como Beto nos enseño en el Lanin), brindamos todos y despliego la bandera argentina.

Con Matías dandole al ron y desplegando la bandera del viaje
7.15am: Comienza el descenso. La cumbre termina en casa dicen así que no hay que relajarse advierto. Arrancó la bajada con todo, derrapando y saltando de piedra en piedra junto a Donna y Matías. Estaba feliz de estar disfrutando del camino por fin, pero no duro mucho. Las zapatillas que había llevado no estuvieron a la altura y mis pies empezaron a sentir cada piedra que pisaba por lo que afloje el paso y nuevamente me quedé con el grupo de atrás, esta vez formado por las Edith, Karin y yo.

No quiero recordar demasiado la bajada. Definitivamente la sufrí y mucho. Fue eterna. La cabeza llegó a su limite en cuanto a la mentalidad positiva y empezó a transformar todo en desazón. Los carteles que anunciaban los kilómetros que faltaban parecían reírse de mi. No fueron pocas las veces que quise abandonar, echarme a dormir un rato y arrancar de nuevo con los músculos descansados. Los gemelos pedían un respiro, la planta del pie acumulaba ampollas y para colmo se había sumado del dolor de espalda.
Pero gracias a las hermanas austriacas que me levantaban cada vez que me sentaba sobre una piedra, logre llegar. Odie, realmente odie los últimos 3 km. Parecieron 10.

11.30: Ya llegué al auto. La cumbre esta completa. La cabeza volvió a ganarle a mi físico. Y la compañía a la soledad. Por mas que necesité de momentos de soledad para grandes tramos, tanto del ascenso como del descenso, sin el grupo que se formo hubiera abandonado a la mitad sin dudarlo.

Deje todo, realmente todo. Tanto físicamente como mentalmente. Aún estoy recuperando mis músculos completamente atrofiados, pero valió la pena. Me debía una experiencia de este tipo, y sobre todo volver a la montaña. Aquel camino que arranque gracias a mis hermanos Ale y Machu, hoy le dio una nueva dimensión al viaje y se siente bien. Muy bien.

Brindemos por eso!



martes, 26 de marzo de 2013

Los alpes panameños

Todo arranco en la neoyorquina capital panameña, siguió en las polinesianas islas de Bocas del Toro, para llegar a este alpino Boquete del cual nos enamoramos día a día. Sí, Panamá es  tierra de lugares metaforicos, muestrario del mundo.

En este pequeño pero atractivo y montañoso pueblo estoy sintiendome cada vez mejor. Aún siendo un lugar turístico, mantiene un clima tranquilo y distendido donde uno ya no se siente abrumado por la oferta de tours a las islas, vendedores ambulantes o guías callejeros.

La pegue con el hostal. Llegué a Boquete con la referencia de dos hostels buenos y baratos, pero luego de enterarme que no había lugar en uno de ellos y que en el otro los dueños tenían una mala onda alarmante, termine volviendo sobre mis pasos y me alojé en el hostal palacios, justo frente a la plaza central donde había llegado. Nunca conocí una persona tan enérgica como la de Pancho Palacios, el dueño del hostal. Apenas se asoma una persona a la puerta de la casa, Pancho la recibe con una catarata de palabras de bienvenida y le empieza a presentar la casa, sus cuartos, los colchones "ortopédicos", la cocina, los baños con agua caliente ("el agua caliente es la de la izq" es lo que repite cada vez que ve a alguien entrar a un baño con la toalla). Luego de esa presentación (nunca modifica nada) te sienta en la recepción, registra tu nombre, te cobra y agarra un mapa en el que empieza con el mejor de sus discursos de cassete. Janet, la mujer, lo acompaña en el trabajo y también sus hijos lo ayudan, pero uno termina registrando únicamente a este personaje que nunca para. Lo juro, nunca para. Reconozco que por momentos me cansa su energía, en especial a la mañana, pero le tengo que agradecer por haber interpretado rápidamente mi falta de presupuesto y el haberme dado múltiples indicaciones para hacer increíbles recorridas por la montaña sin acudir a guías ni a tours armados.

Pero la felicidad que logré en este lugar no me la dio la pegada con el hostal, sino mis recorridas a pie con la única compañía de mi mp3. En esos momentos encontré la libertad buscada, la profundidad tan necesitada y la inspiración que deseaba. De esos momentos surgió el baile en solitario, el grito desaforado y la conexión con mi esencia y con lo que quiero ser y hacer.

Y por supuesto conocí buena gente. Un lugar lindo deja de serlo si la gente que uno allí encuentra no lo es. Primero fueron Veton y Elisa, una pareja londinense con la que nos habíamos cruzado en Bocas y con la que me reencontré la primer noche en este lugar. Con ellos hemos tomado una buenas cervezas, compartido ricas y baratas comidas, nos desencontramos para ir al sendero de los quetzales, y quedamos en reencontrarnos en Buenos Aires. Ahora comparto mis tiempos libres (aquellos en los que me canso de la soledad jaja) con dos hermanas austriacas, y tres locos viajeros del mundo (una canadiense, un austriaco y un español). Con ellos partiremos en unas horas rumbo al Volcán Baru, la gran montaña que me obsesiona cada mañana cuando desayuno.

Siguiendo la costumbre familiar de alta montaña, llevo la mochila provista con todo lo necesario: el amuleto (inauguro uno nuevo) y la bebida. Espero estar brindando con mi petaca de ron Abuelo en la cumbre. Los invito a brindar conmigo al amanecer.

Salud!

Día de extasís en el sendero de los Pianistas